LA SIRENA DE LA MAR
Por Selena de Belén Nieto Seco
Historia basada en una leyenda de la comarca de La Serena:
“La Sirena de la mar, es una linda madama, que por una maldición la tiene Dios en el agua, que su padre –su madre, según otras versiones– se la echó…”
Ilustración Laura Ruiz Merchán |
Margarita era una hermosa joven, de clase modesta, que tenía un padre bastante duro y autoritario que ya no aguantaba más las travesuras de su hija, sus malas contestaciones, y por eso le echó una maldición, diciéndole: “En sirena de la mar, te convertirás, como una linda madama, que por una maldición la tiene Dios en el agua”.
Margarita a partir de ese momento durante el día se volvía humana y por la noche se convertía en una sirena. No quiso saber nada más de su padre por haber lanzado esa terrible maldición contra ella.
Pasaron los años y un día un joven apuesto que pasaba por el embarcadero la escuchó cantar. Al oír su voz melodiosa quedó embelesado, pero por mucho que intentó buscarla durante toda la noche, no lo consiguió.
Por la mañana, Margarita se dirigió a la plaza para comprar y justo cuando él pasaba, dejó caer a su lado dos manzanas, sabiendo que ese joven tan educado se ofrecería para recogerlas.
–¿Cuál es tu nombre? –preguntó él.
–Me llamo Margarita –respondió tímidamente–. ¿Y usted?
–Pero chiquilla, no soy tan mayor para que me llames de usted. Soy Pedro.
–No, perdone –dijo ella sonrojada.
En ese mismo instante, al ver cómo se ruborizaba esa hermosa jovencita, Pedro se enamoró de ella como nunca se había enamorado antes. Y aunque ese amor era correspondido, tenía un obstáculo, pues Margarita guardaba un secreto que no quería revelar: La maldición de la que era víctima.
Ilustración Laura Ruiz Merchán |
Una noche Pedro iba paseando de nuevo por el embarcadero y de repente volvió a escuchar los cantos de una mujer. Se giró y rápidamente la vio apoyada en una roca. Al acercarse se dio cuenta de que era Margarita, la joven de la que estaba tan enamorado, pero al darse cuenta de que su cuerpo era el de una sirena, se asustó y huyó.
–¡No tengas miedo, por favor! –gritó ella entre lágrimas– ¡Soy yo, Margarita!
A pesar de estar muy impresionado, al oír la voz de su amada, regresó de nuevo, y entonces Margarita tuvo ocasión de contarle lo que le había sucedido hacía ya muchos años.
Pedro estaba ahora enojado, pues seguía queriéndola aunque no fuera una chica normal y corriente. Sabía que nunca podrían llevar la vida que él había imaginado, pero aun así… ¡La besó!… Como si no existiera un mañana, sin importarle nada, ni nadie.
Pedro estaba ahora enojado, pues seguía queriéndola aunque no fuera una chica normal y corriente. Sabía que nunca podrían llevar la vida que él había imaginado, pero aun así… ¡La besó!… Como si no existiera un mañana, sin importarle nada, ni nadie.
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